A mediados del siglo XIX, el Obispo de Bayona, Monseñor Francisco Lacroix, veía con preocupación el decurso de la vida espiritual de un creciente número de diocesanos, especialmente vascos, que habían emigrado a Buenos Aires y Montevideo. Por tales motivos decidió hacer los trámites pertinentes para enviar sacerdotes que pudieran atender espiritualmente a la población vasca de ambos países. Con gran alegría en el puerto de Bayona, se embarcaron los primeros misioneros, entre los que se encontraban betharramitas. San Miguel Garicoits los va a despedir y les imparte la última bendición el 31 de agosto de 1856. Rumbo a Buenos Aires pasan primero por Montevideo, el 3 de Noviembre de 1856. Desde el barco admiran la ciudad que se extiende espléndida ante sus ojos y quedan, luego, encantados por la simpatía de su gente.
En Montevideo, había, entre otras, una pequeña capilla, la de los vascos, atendida por el monje Paulino Sarrante, de origen vasco. El Padre betharramita Juan Bautista Harbustàn viajó desde Buenos Aires, cuatro años después, para asumir esta capilla. El Padre Sarrante quedó muy feliz cuando sus compatriotas los Bayoneses se pusieron al frente de la capilla, a partir de su desembarco el 10 de Marzo de 1861. Al poco tiempo se le sumó el P. Simon Guimòn, que ya conocía la ciudad, dado que el Vicario de entonces, Monseñor Jacinto Vera, lo había invitado a predicar un retiro.
El P. Harbustàn le dio nueva vida a la capilla con las celebraciones de los santos oficios y la prédica en vasco, francés y español. Los vascos acudían los Domingos a la Misa solemne de 10 y al canto de las vísperas, a las novenas, funerales y primeras comuniones solemnes. Mientras tanto el P. Harbustàn proyectó la construcción de un templo que se convirtiera en un importante bastión de la iglesia católica, extra muros de Montevideo. Un joven catalán asume la dirección de la obra a partir de 1867, con un proyecto avalado por el arquitecto Rabu.
En ese momento la Iglesia en Uruguay tenía serios conflictos con el gobierno del Presidente Berro, quien ordenó la deportación del Vicario Apostólico del país, Monseñor Jacinto Vera, que partió para Buenos Aires el 8 de Octubre de 1862. El P. Harbustàn, apoyó a Monseñor Vera y fue desterrado. Se refugió en el consulado de Francia y con su ayuda partió para Buenos Aires donde departió el destierro con el obispo uruguayo.
La educación fue otro pilar de la misión betharramita. El Colegio de los Vascos, Inmaculada Concepción, fue fundado el 1º de Octubre de 1867, sobre la calle Mercedes. El padre Juan del Carmen Souberbielle fue su rector; era hombre de gran virtud y prestigio, estimado por todos. Es conocida la obra del pintor Blanes que lo representa asistiendo al Presidente General Venancio Flores, herido de muerte, en la calle. Dicho óleo se encuentra en el Museo Histórico nacional.
El P. Souberbielle falleció en 1893. Sobre su escritorio se encontró una carta inconclusa, dirigida a su amigo y ex-alumno Juan Zorrilla de San Martín.” En el siglo XX la evolución de la Misión educativa en el Uruguay incluyó la modernización de las instalaciones. En las primeras décadas del siglo, hasta los años 40 el colegio fuel referente del nuevo centro de Montevideo debido a su moderna arquitectura y a sus cursos académicos que incluían formación comercial.
El crecimiento del Centro como barrio le dio estabilidad en el número de su alumnado, gozando de prestigio en lo que atañe a la educación de varones. Con el proceso de masificación de la enseñanza secundaria a partir de la década del 60 y el gobierno de facto la matrícula hizo explosión. A partir de 1975 la enseñanza fue mixta. La institución siempre gozó de prestigio académico. El siglo XXI nos encuentra con gran vigor en materia de desarrollo institucional, apuntando a la calidad educativa y promoviendo lo que es tradición en la Congregación, formar a nuestra juventud en los valores y en la ética del cristianismo católico.